
En el mundo de la cría felina, pocas razas han tenido una historia tan breve y accidentada como el suqutranese. Esta raza de gatos de pelaje blanco semilargo con reflejos plateados fue desarrollada en la década de 1990 en el Reino Unido, inspirada en ejemplares naturales observados en la remota isla de Socotra, a más de 200 kilómetros del Cuerno de África, en el océano Índico.
Su origen se remonta a un viaje realizado por los criadores de gatos Caroline Garrard y Charles y Betty Barrett a la isla de Socotra, donde encontraron un gato blanco con rasgos similares a los del somalí, la variedad del abisinio de pelo semilargo, pero con un llamativo brillo plateado en su pelaje. Fascinados por su apariencia, decidieron replicar ese fenotipo cruzando somalíes con gatos blancos de pelo corto. La primera camada resultante presentó una combinación de colores típica de los somalíes y algunos individuos completamente blancos. En 1989, tras varios cruces selectivos, se obtuvo una camada compuesta exclusivamente por gatos blancos con el característico brillo plateado, que establecieron las bases del suqutranese.
Un hallazgo genético y un estándar único
El suqutranese tenía un pelaje completamente blanco, pero con un efecto brillante y luminoso debido a la presencia de un patrón de bandas translúcidas en cada uno de sus pelos. La nariz y las almohadillas de las patas solo podían ser de color rosa, manteniendo así un aspecto armonioso con el resto del cuerpo. Genéticamente, el suqutranese representaba un caso peculiar. Aunque no se ha identificado un gen específico responsable de su brillo, se cree que el efecto se debía a la interacción entre dos genes: el que le daba el color blanco puro, conocido como ‘color blanco epistático’, y el patrón de rayas agutí similar al del somalí. Este descubrimiento llamó la atención de algunos genetistas felinos, quienes encontraron un paralelismo con el gen ‘glitter’ de los bengalíes, identificado en 2022.
Un gato sin reconocimiento
El suqutranese compartía muchas de las cualidades del somalí y el abisinio: son gatos activos, inteligentes y tienen una tendencia natural para socializar tanto con humanos como con otros animales. Mostraban un temperamento afectuoso que los hacía compañeros ideales para diversas familias, siempre que se les ofreciera un ambiente enriquecido.
A pesar de su potencial, la raza nunca obtuvo reconocimiento oficial de las asociaciones felinas. En 1995, la asociación británica The Governing Council of the Cat Fancy (GCCF) rechazó cualquier intento de vincular el suqutranese con el somalí, argumentando que no presentaba el patrón ‘ticking’ requerido. La controversia generada por la denominación ‘somalí blanco’ perjudicó su aceptación, condenando al suqutranese a la extinción. Actualmente, la raza se considera casi desaparecida o limitada a unos pocos ejemplares no registrados, aunque algunos criadores intentan recrear al suqutranese mediante cruces marginales.
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